Ende de Tábara, la primera pintora

En el Tesoro de la Catedral de Santa María de Gerona se custodia, desde el año 1078, un extraordinario códice ilustrado conocido como el "Beato de Gerona". Con el nombre de "Beato" se denominan a las copias manuscritas medievales que contienen los "Comentarios al Libro del Apocalipsis de San Juan", obra que escribiera en el siglo VIII Beato de Liébana, abad del Monasterio de San Toribio, y que tuvo especial importancia en la cristiandad hispana. Sin embargo, el Beato de Gerona posee una singularidad que lo distingue de otras copias hermanas que aún se conservan. Entre sus autores aparece el nombre de la primera artista documentada no sólo de la península ibérica, sino de toda la Europa medieval: Ende.

Una vida en un mundo de hombres

Hasta la invención de la imprenta por Gutenberg, en 1453, la conservación y difusión del saber recaía exclusivamente en los monasterios, auténticos centros de sapiencia y conocimiento. En el scriptorium, inclinados sobre voluminosos escritorios de madera y bajo la tenue luz de las velas, los monjes más hábiles dedicaban gran parte de su vida monástica en copiar textos. Un trabajo  arduo, tedioso y lento que daba como frutos códices policromados y bellamente ornamentados.

A finales del siglo X el monasterio de San Salvador de Tábara, en el reino de León, era uno de ellos. Ubicado en la cercana y peligrosa frontera con el Califato de Al-Andalus, el monasterio cobijaba una comunidad mixta de casi seiscientos religiosos entre monjes y monjas, lo que lo convertía en uno de monasterios más poblados. En su interior los religiosos se dedicaban por entero a la vida monástica, pero también desde sus muros se regían las tierras en derredor. Precisamente por su ubicación no sería extraño que hasta él acudiera en determinadas épocas decenas de campesinos que huirían de las razias musulmanas procedentes del sur. Pero a pesar de la cercanía con la frontera y la guerra, pronto San Salvador de Tábara adquirió una notable fama por los libros que se copiaban en el interior de sus muros.


Debió de ser en el scriptorium de San Salvador de Tábara, representado en la imagen anterior, donde la enigmática Ende decoró las páginas del Beato de Gerona.

Poco se conoce de la biografía de Ende. Hasta nosotros sólo nos ha llegado su nombre, testimoniado en el colofón del Beato de Gerona, donde puede leerse: "ENDE PINTRIX ET D(E)I AIUTRIX FR(A)TER EMETERIUS ET PR(E)S(BITE)R", esto es, "Ende, pintora y ayudante de Dios; Emeterio, hermano y sacerdote". También aparece el nombre del escriba, Senior.

Algunos autores teorizan sobre la posibilidad de que Ende fuera una monja de Santa María la Real de Piesca, en la septentrional Cantabria. Allí habría alcanzado una cierta fama como pintora, lo que habría motivado que fuera llamada a San Salvador de Tábara, célebre por la confección de códices, para trabajar como miniaturista.  Casi podemos imaginar a Ende arribando tras un largo viaje desde el norte al monasterio de Tábara, abrumada y al mismo tiempo ansiosa por conocer el futuro que le depararían los recios muros del monasterio. Allí conocería a Senior y a Emeterio, sus compañeros de trabajo en la confección del Beato de Gerona.

Otros autores como John Williams, sin embargo, juegan con la posibilidad de que Ende no fuera una religiosa, sino una mujer de la nobleza local que, viuda o sin herederos, habría decidido consagrarse a la decoración del Beato en el reconocido monasterio. Puede que incluso hubiera patrocinado el propio códice.

Religiosa o noble, los orígenes y la biografía de Ende permanecerán en la imaginación de quienes conozcan su obra. Su vida,  en un mundo de hombres, debió de ser tan fascinante como la época que le tocó vivir y las pinturas que ha legado a la posteridad, cargadas de influencia mozárabe y ricos coloridos que anticipan la llegada del Románico a la Península Ibérica.


En el año 970, Ende y sus compañeros iniciaron la confección del Beato de Gerona. Mientras Senior, el escriba, copiaba despacio la obra de Beato de Liébana, Ende se dedicaría a ir ilustrando cada una de las páginas con las visiones de San Juan. Por supuesto, su labor se alternaría con otras ocupaciones dentro del monasterio, que si bien contaba, según las crónicas, con religiosas, estaría dominado por hombres. Muy posiblemente también ilustraría otras copias que no han llegado hasta nosotros.

Desconocemos si la presencia de Ende en el scriptorium, rodeada de otros monjes, originaría recelos o suspicacias entre algunos de los hermanos. Las pinturas que se le atribuyen denotan una riqueza poco habitual. Estilizadas, en ellas se vislumbra la influencia mozárabe, con elementos geométricos propios del arte islámico.

Tras cinco años de largo trabajo, en el año 975, Ende y sus compañeros concluyeron el Beato de Gerona. En una concesión muy poco habitual el nombre de Ende, "la pintora y sierva de Dios" fue puesto en primer lugar, antecediendo a sus compañeros. Quizá, y esto son sólo conjeturas, la misteriosa Ende acabó ganándose el respeto y admiración del resto de monjes, convirtiéndose así en la primera pintora documentada de Europa.

El significado de Ende.

A pesar de que de ella sólo nos ha llegado el nombre, el significado de Ende va mucho más allá de su vida, su época y sus pinturas. Ende simboliza a las miles de mujeres extraordinarias en diversos y variopintos órdenes, de toda condición social, a las que la Historia ha silenciado. Mujeres que han sido víctimas de su propio tiempo, sí; pero mujeres que desde su condición demostraron ser igualmente extraordinarias y, aun sin saberlo, estaban construyendo los cimientos de la igualdad.

La Edad Media es un mundo esencialmente masculino, sin perjuicio de grandes y excepcionales figuras como Leonor de Aquitania o Petronila. La concepción medieval sigue los postulados germánicos primero y, posteriormente y gracias a Santo Tomás de Aquino, aristotélicos, que conciben a la mujer como una "vasija con alma". En un mundo en el que la sociedad se divide en tres órdenes (bellatores, oratores y laboratores), la mujer no tiene cabida. He ahí la importancia de Ende, que en una simple nota a pie de página en la Historia (un nombre en el colofón de un códice medieval), emerge con fuerza al ser, nada más y nada menos, que la primera pintora documentada de toda Europa.

Ende no ostentó la realeza, ni se inmiscuyó en la intrincadas redes políticas de la época que sepamos. Su labor fue mucho más humilde: la pintura y el arte. Tanto si era una religiosa como una noble que decidió recluirse en un pequeño monasterio fronterizo del rincón más occidental de la Cristiandad, Ende se dedicó a una tarea propia de hombres en un escenario, además, esencialmente masculino: la ilustración de códices. Su valor se evidencia en su obra, entendida en el contexto en el que vivió y en los desafíos a los que, presumiblemente, tuvo que hacer frente.

Y pese a todo, la historia de Ende, o al menos su existencia, no es tan divulgada como debiera.

Puede decirse que Ende fue una verdadera pionera en distintos ámbitos. Fue pionera en el arte, al ser la primera pintora conocida, pero también la precursora del arte románico, como evidencia la miniatura del "Crucificado" que ulteriormente sería reproducida en tallas, pinturas murales, ábsides y grabados por todos los reinos cristianos peninsulares y europeos. Fue pionera en ser, quizá, la única mujer que trabajaría en el scriptorium de un monasterio, y más aún del monasterio más célebre de la época en cuanto a la elaboración de códices: San Salvador de Tábara. Y fue pionera al ser la primera mujer cuyo nombre precedió al de sus compañeros en el colofón de su obra, justo detrás de la omega que pone fin al Beato, un privilegio sumamente excepcional.

Momentos antes de terminar, lóbregamente iluminado el scriptorium por velas cimbreantes, las sombras proyectadas sobre los sillares de piedras, imagino a Ende incorporándose sobre el escritorio para poder ver mejor el resultado de su trabajo. Dolorida la espalda y cansada la vista, seguramente sonreiría, orgullosa de sí misma. 

Sin saberlo, acababa de pintar su lugar en la Historia... 

Fuentes

Blog de Concha Mayordomo sobre Ende

RTVE Tábara y Ende

Ende, la iluminadora

Isabel Rubio Pérez. "Mujeres que rompieron el estereotipo: las pintoras"

J. Ainaud de Lasarte. "La representación de la figura humana en el arte mozárabe".




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