Reto Módulo 1: análisis del profesorado según el nivel educativo.

Uno de los agentes de socialización más importantes que incide en la educación, junto con la familia, es la escuela. Precisamente es en la escuela donde, además de aprender contenidos que les llevará a cultivarse y a formarse para hacer frente al mundo de los adultos, los niños y niñas comienzan a relacionarse con otros congéneres fuera del ámbito familiar. Sin embargo, también la escuela puede generar peligrosos estereotipos sobre los que conviene llamar la atención. 

Dada la importancia trascendental de la educación en la lucha contra la desigualdad de género, hemos decidido analizar los datos unas figuras sumamente importantes en la formación de las personas: los maestros y profesores. Muchos de ellos dejan en nosotros una impronta que, a pesar del transcurso de los años, queda indeleble en nosotros. En ocasiones, incluso ciertas decisiones de nuestra vida han podido estar condicionadas por sus consejos o la formación que nos han impartido.

Curiosamente, y según los datos ofrecidos por el Instituto de las Mujeres, en los niveles educativos  inferiores la presencia de mujeres es ampliamente mayoritaria en comparación con los hombres. Sorprende el porcentaje de mujeres en centros de educación infantil, con casi el 98 % (52.983 mujeres) frente a los 1183 varones. La tendencia continúa en la educación primaria (82,11%), la Educación Secundaria Obligatoria (72 %) y Bachillerato (60,15%). Así, parece que cuanto mayor es el nivel educativo, la presencia de varones va in crescendo.

Por supuesto, hay excepciones destacables. En centros educativos de educación especial el 82% de los profesores son mujeres, mientras que en los centros educativos de enseñanzas deportivas la presencia de mujeres apenas alcanza un exiguo 15%.

Sin embargo, y pese a la disminución del porcentaje de mujeres en niveles como bachillerato o Formación Profesional, es en el ámbito universitario donde la diferencia es abismal.



En las Universidades españolas, la presencia de funcionarias (catedráticas, profesoras titulares y otro personal) apenas alcanza el 37,14%, y aún más lejana es la diferencia en el ámbito del profesorado emérito (21,71 %), cuya explicación debe buscarse en los antecedentes históricos de nuestro país.

Así, mientras que en la educación no universitaria las mujeres alcanzan la mayoría en muchos niveles, en el mundo universitario la presencia femenina en los departamentos es alarmantemente escasa.

Estos datos pueden incidir en el estereotipo claro que asocia a las mujeres con la crianza y educación de los niños más pequeños. Así, a medida que aumenta el nivel educativo y la dificultad de la formación, que se torna más seria, la presencia masculina va en ligero aumento, hasta casi monopolizar al completo el mundo universitario.

Las estadísticas expuestas ponen de manifiesto la necesidad de abordar estrategias para tratar de acabar con las desigualdades en los diferentes órdenes analizados. Estas estrategias pasarían por desechar el rol estereotipado que, desde el siglo XIX, se asocia a las "maestras de escuela" (generalmente mujeres) y acabar con los prejuicios que suponen para muchos varones iniciar la carrera de magisterio. 

De otro lado, estas estrategias también deberían irrumpir en el mundo universitario, donde únicamente en el porcentaje de profesores contratados parece alcanzarse cierta igualdad con un 46% de mujeres.


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